GRUPO DE 2 PERSONAS: 2.330 €uros
GRUPO DE 3 PERSONAS: 1.965 €uros
GRUPO DE 4-5 PERSONAS: 1.895 €uros
GRUPO DE 6 O MÁS PERSONAS: 1.740 €uros
Mínimo 2 personas
Salida en vuelo a Antananarivo vía ciudad intermedia. Llegada, recepción de los viajeros y traslado al hotel. Resto del día libre. Alojamiento.
Tras desayunar nos desplazaremos a la CIUDAD COLONIAL DE ANTSIRABE. En el camino por la RN-7 podremos observar los campos de arrozales cultivados por los merina. Este cereal, procedente de Asia, fue introducido por los primeros malayo-polinesios que llegaron a estas tierras para permanecer en ellas.
Nos detendremos a almorzar en la pequeña localidad de BEHENJY, conocida por su delicioso FOIE-GRAS.
Tras la reanudación de nuestro viaje pararemos en AMBATOLAMPY en donde visitaremos un pequeño TALLER DE FUNDICION DE ALUMINIO en donde los fundidores confeccionan perolas, utensilios de cocina y figuras de aluminio fundido. Llegada a Antsirabe. Alojamiento.
Exploramos tres regiones habitadas por tres grupos étnicos: los merina, los betsileo y los tanala, cada uno con sus propias tradiciones y modo de vida.
Nuestra ruta nos lleva a Ambositra, famosa por su artesanía en madera tallada por los zafimaniry, quienes viven retirados en lo más profundo de las montañas. Nos acercamos a los puestos de muebles y accesorios decorativos de eucalipto, palisandro y ébano. A continuación proseguimos nuestra ruta hacia Ranomafana, un pueblecito encantador enclavado en el corazón del parque nacional que lleva su nombre. Su nombre se debe a la presencia de fuentes termales naturales.
El Parque Nacional Ranomafana, santuario de la biodiversidad, es un destino obligado para los amantes de la naturaleza. Es objeto de numerosos estudios por parte de biólogos venidos de todo el mundo.
Este fondroso bosque húmedo, al este de esta inmensa y megadiversa isla, alberga una gran variedad de especies animales y vegetales. Cuenta con más de una docena de especies de encantadores primates, entre ellos el lémur Prolemur simus, una de las especies más amenazadas del mundo. Esta maravilla de la naturaleza malgache también alberga decenas de especies de asombrosas aves, 90 especies de coloridas mariposas, por no mencionar 98 especies de singulares anfibios y 62 especies de reptiles, algunas de ellas parecen venidas de otro planeta.
Durante nuestra visita, tendremos también la oportunidad de admirar orquídeas, algunas de las cuales son endémicas de esta región. Pertenecen a los géneros Bulbophyllum y Eulophiella. Plantas botánicas poco comunes, plantas carnívoras y plantas epífitas se adaptan perfectamente al ecosistema local, añadiendo un toque de esplendor al verde paisaje del Parque Nacional Ranomafana. Al anochecer criaturas singulares nos sorprenden durante nuestra Visita Nocturna.
Continuación de nuestro viaje por la gran isla hasta Fianarantsoa. Visita del centro de esta ciudad, actual capital betsileo. A continuación nos dirigiremos al Valle del Tsaranoro vía Ambalavao, localidad en la que visitaremos el taller de Papel Antemoro. Almuerzo. Llegada a la tarde al Valle del Tsaranoro.
En el corazón del Valle del Tsaranoro nos espera una jornada excepcional de trekking en el Monte Camaleon (desnivel positivo: 627 m). Su cima, a 1.489 metros de altitud, ofrece una vista impresionante del valle y del Macizo de Tsaranoro.
En la subida atravesaremos un bosque tropical seco. Nos guiarán el susurro del viento y el baile aéreo de los pájaros. Es posible que los catta, guardianes de este tesono natural, nos saluden con sus alegres llamadas. Los agapornis Cana añaden su melodía a esta sinfonía natural, transformando nuestro paseo en una danza en armonía con la naturaleza.
Tras dos o tres horas de esfuerzo, alcanzamos la cima del Monte Camaleon, donde la inmensidad del panorama nos envuelve. Es un momento suspendido en el tiempo, un impresionante retablo donde el Valle del Tsaranoro se extiende hasta donde alcanza la vista.
De regreso hacemos un alto en el camino en un pueblo donde la vida late al ritmo tranquilo del valle. Nuestro picnic tiene lugar frente al macizo de Tsaranoro, en comunión con la naturaleza que nos rodea. Al caer la noche, nos relajamos, salen las estrellas y el eco de este día excepcional aún resuena en nuestros corazones.
Continuemos la aventura por la RN 7 en dirección sur, donde los horizontes se extienden hasta Ranohira, majestuosa puerta de entrada al Parque Nacional Isalo. Este parque es uno de los más admirados de Madagascar.
Por el camino, hacemos una pausa de bienvenida en el pueblo de Ihosy, hogar de la etnia bara. El sol, cómplice de nuestro viaje, comienza a ocultarse suavemente en el horizonte al llegar a Ranohira.
Una jornada de senderismo en el Parque Nacional Isalo promete ser una sinfonía de descubrimientos. Este vasto territorio de 81.540 hectáreas se extiende a lo largo de sus 164 kilómetros de perímetro, lo que lo convierte en uno de los parques nacionales más grandes del país. La aventura nos lleva por paisajes encantadores, salpicados de maravillas como la cascada de las Ninfas, la piscina azul y la piscina negra, enclavadas en el cañón Namaza.
Lo que hace tan especial a Isalo son sus formaciones de arenisca, testimonio del periodo Jurásico, que revelan una geomorfología distintiva. En éste entorno semiárido prospera una vegetación endémica de extraordinaria belleza. Desde aloes a euforbias, desde paquipodios a kalanchoes, esta diversidad floral constituye una verdadera paleta de colores y formas, añadiendo una dimensión extraordinaria al ecosistema de esta joya natural. Este enclave excepcional alberga nada menos que 77 especies de aves, casi 40 especies de reptiles, así como 14 especies de primates, algunos de los cuales son exclusivos de esta región.
Al llegar a media mañana, nos tomamos un merecido descanso y disfrutamos de un almuerzo campestre preparado por los maestros cocineros del parque.
Al atardecer, nos dirigimos a la ventana de Isalo. Este escenario nos ofrece un espectáculo celestial, creando un lienzo vivo que pone fin a este día de aventuras.
Embarquémonos en una odisea emocional hacia las playas de Ifaty y Mangily, donde la vida late al ritmo de los pescadores Vezo. A bordo de sus lakana (pequeñas piraguas), los pescadores se adentran en las aguas del Canal de Mozambique.
En el Parque Nacional Zombitse-Vohibasina, nos detenemos para visitar esta escenario natural a 90 km al oeste de Ranohira. Aquí, la sabana de baobabs teje un paisaje que despierta los sentidos, testimonio del esplendor del oeste de Madagascar. Esta joya natural, paraíso ornitólogico, es famosa por su riqueza en especies raras de aves. Además, los árboles susurran historias del sifaka Propithecus verreauxi, o del lémur nocturno Lepilemur ruficaudatus. Mientras exploramos esta excepcional región, puede que nos encontremos con el fascinante fosa, el mamífero depredador más grande de Madagascar.
Por el camino, mientras observamos el despliegue de un paisaje único, nos acercamos al Trópico de Capricornio. Se trata del meridiano que limita la zona intertropical del planeta en su hemisferio sur.
En Tuléar, una agradable pausa para comer nos prepara para el tramo final hacia las playas. La noche se instala suavemente, impregnada de la atmósfera apacible de la costa.
Jornada libre para relajarse y disfrutar de la playa. Si lo deseamos podemos realizar diferentes actividades acuáticas y/o visitas durante nuestra estancia en la playa. Todas ellas (no incluidas) las podemos gestionar en el alojamiento y abonar en destino.
NOTAS:
– Durante los meses de julio, agosto y parte de septiembre es posible contratar (no incluido) una excursión embarcada para ver la migración de la ballena jorobada que durante esta época transita por las aguas del Canal de Mozambique.
– Existen diversidad de actividades (no incluidas) que podemos gestionar en nuestro alojamiento. Podemos visitar la Reserva de Baobabs de Reniala donde podremos observar diferentes especies de baobabs, así́ como contratar una excursión en «lakana» (embarcación local) para practicar snorkel (incluyen el material y si se desea almuerzo a base de langosta y pescado) en las aguas del Canal de Mozambique cuyo arrecife frente a las playas de Ifaty-Mangily fue designado Reserva de la Biosfera por la UNESCO…
Es hora de decir adiós a Ifaty-Mangily, un capítulo lleno de recuerdos, y volar a la vibrante Antananarivo, la capital que late al ritmo de la isla. A la llegada, un traslado por las bulliciosas calles nos lleva a nuestro alojamiento en el corazón de la ciudad.
El amanecer nos ofrece una aventura por descubrir. Nuestro destino: el Parque Nacional de Andasibe, un tesoro natural por descubrir.
Antes, es hora de hacer un alto en el camino en la Reserva de Peyrieras, un rincón de biodiversidad. Llamada así por su fundador, la Reserva de Peyrieras alberga un gran número de insectos, reptiles, anfibios y mariposas milano, especies difíciles de ver en los parques nacionales de esta parte de la isla.
En la RN 2, una pausa para almorzar en la ciudad de Moramanga pone la nota sabrosa a nuestro viaje. Después, las puertas del parque nacional aparecen en el horizonte, listas para darnos la bienvenida.
Al caer la tarde, nos espera una experiencia especial antes de la cena. Una visita nocturna nos permitirá explorar la vida de especies de reptiles de diferentes formas y tamaños y misteriosos anfibios. También conoceremos al curioso microcebu, el primate más pequeño del mundo, y a otros lémures nocturnos.
Nos espera un día excepcional, lleno de experiencias únicas en contacto con la naturaleza. Nuestra mañana nos lleva a la Reserva Especial de Analamazaotra, enclavada en el corazón del Parque Nacional de Andasibe. Es aquí donde se revela el encanto único de la fauna malgache.
En el corazón de esta reserva, el Indri, el mayor de los lémures, baila entre los árboles. Si tenemos suerte, podremos escuchar su inquietante canto, una melodía natural que llega al corazón. Después de esta experiencia única, haremos una pausa para comer.
La tarde nos lleva a la Reserva de Voi o a la Reserva Privada de Vakôna. Se trata de remansos de tranquilidad donde otras especies animales viven en armonía con su entorno. La noche se acerca, pero la dulce emoción de este día permanece grabada en nosotros, un recuerdo tierno y natural que acompañará nuestros sueños.
En nuestro último día nos dirigimos al Palacio Rova de Antananarivo, donde se nos abren las puertas del pasado. Inmerso en la historia y la grandeza, cada rincón de este lugar resuena a una época pasada.
Por la tarde, de camino al aeropuerto, hacemos una parada especial en el mercado de artesanía. Aquí tenemos la oportunidad de capturar los últimos vestigios de la cultura malgache, recuerdos que cruzarán los océanos con nosotros.
Con sentimientos encontrados, nos dirigimos al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso. Este día de despedida está salpicado por una sinfonía de recuerdos que nos acompañarán para siempre. Salida en vuelo a Madrid o Barcelona vía punto intermedio. Noche a bordo.
Llegada y fin de los servicios.